EDITORIAL ALDUS, S.A., 2° ED; 1993
MEXICO D.F., MEXICO
‘I
El hombre se inclinó sobre su guitarra,
Un trasquilador cualquiera, el día estaba verde
Ellos dijeron, “Tiene una guitarra azul,
Usted no toca las cosas como son.”
El hombre respondió, “Las cosas comos son
En la guitarra azul se alteran.”
Y dijeron después: “Sin embargo, toque, debe usted,
Una canción fuera de lo que somos, siendo los mismos
Una canción en la guitarra azul
Sobre las cosas tal como son.
II
No puedo atraer un cosmos bien redondo,
Sin embargo lo arreglo como puedo
Canto una testa de héroe, de visión enorme
Y barba de bronce, pero no a un hombre,
Aunque lo arreglo como puedo
Y casi llego por medio de él al hombre.
Si trovar acerca del hombre
Es no acertar, por ello, las cosas como son,
Piensa que es la serenata
De un hombre que toca una guitarra azul.
III
Ah, pero tocar al hombre primero,
Hundir la daga en ese corazón,
Desplegar su cerebro en la tabla
Y quitar de él los colores ácidos,
Clavar su mente transpuesta en el portal,
Sus alas totalmente expuestas a lluvia y nieve,
pulsar sus vívidos gritos,
tañir su tic, su tac, tornarlo real,
Lanzarlo desde un feroz azul,
Repicando el metal de las cuerdas…
IV
¿Con que eso es la vida: las cosas como son?
En la guitarra azul toma su curso.
¿Un montón de pueblos en una cuerda?
¿Y todas sus cualidades en la cosa
Y todas sus cualidades, buenas o malas
Y todas sus cualidades, flacas o recias?
Las sensaciones llaman loca, astutamente,
Como zumbido de moscas en el aire otoñal,
Y así es la vida, entonces: cosas como son
Este zumbido de la guitarra azul.
V
No nos hable de la dignidad de la poesía,
De las antorchas encogidas en el subterráneo,
De la edificación de las bóvedas con una punta de luz.
No hay oscuridad en nuestro sol,
El día es anhelo y la noche es sueño.
No hay oscuridad en ningún lugar.
La tierra, es plana y desierta.
No hay oscuridad. La poesía
Excediendo a la música debe tomar el lugar
Del cielo desalojado y sus himnos,
Nosotros mismos en la poesía debemos tomar su sitio,
Aun en el parloteo de su guitarra.
VI
Una canción fuera de lo que somos,
No convertida por la guitarra azul;
Nosotros en la canción como en un espacio,
Aunque nada se ha transformado, sino el sitio
De las cosas como son y solo el sitio
Mientras las toca, en la guitarra azul,
Dispuestas así, fuera del compás del cambio,
Percibidas en una atmósfera decisiva;
Decisiva por un instante, al modo en que
Reflexionar el arte parece decisivo cuando
La reflexión de dios es rocío evaporándose.
La canción es el espacio. La guitarra azul
Se vuelve el sitio de las cosas como son
Una composición de sentidos de la guitarra.
VII
Es el sol quien separa nuestras obras.
La luna nada separa. Es un mar.
¿Cuándo vendría yo a decir del sol,
Que es un mar; que nada separa;
Que el sol no separa ya nuestras obras
Y la tierra vive con hombres arrastrados,
Pisones mecánicos nunca calentados del todo?
¿Y me erguiré en el sol, como ahora
Me yergo sobre la luna y lo llamaré bueno,
El inmaculado, el piadoso bien?
¿Distinto de nosotros, de las cosas como son?
¿No ser parte del sol? ¿Permanecer
Apartado y llamarlo piadoso?
Las cuerdas frías en la guitarra azul.
VIII
El activo, florido, rígido cielo,
El humectante relámpago que retumba,
La mañana inundada aún por la noche,
Las nubes tumultuosamente lúcidas
Y el tacto grave en cuerdas frías
Esforzándose hacia coros apasionados,
Llorando entre las nubes, enfurecido
Por dorados adversarios en el aire-
Se que mi indolente, pesado tañido
Es como la razón en una tormenta;
Y sin embargo atrae la tormenta.
La detono y ahí la dejo.
IX
Y el color, el oscuro añil
Del aire, en el que la guitarra azul
Es una forma, definida pero difícil,
Y yo soy solo una sombra grotesca
Sobre las cuerdas, quietas como flechas,
El autor de algo aún por hacer;
El color como una reflexión que brota
De un antojo, el trágico manto
Del actor, un poco de su aspecto, un poco
de su habla, el vestido de su intención, seda
Mojada con sus palabras melancólicas.
El clima de su teatro, él mismo.
X
Erige purpúreos pilares. Suena campanas
Y truena los vacíos repletos de estaño.
Lanza pergaminos a las vías, herencias
De los difuntos, magníficos en sus sellos.
Y los preciosos trombones- contempla
La llegada de aquel a quien nadie se fía,
A quien todos creen que todos creen,
A un pagano en un carro barnizado.
Timbalea en la guitarra azul.
Inclínate desde la torre. Grita a viva voz
“Heme aquí, mi enemigo, quien
Te hace frente, soplando los tersos trombones,
Aún con un poco de miseria
En el fondo, un poco de miseria,
Siempre el preludio de tu fin,
El golpe que derriba hombres y rocas.
XI
De a poco la enredadera en la piedras
Se convierte en las piedras. Mujeres se convierten en
Las ciudades, niños se transforman en los campos
Y hombres en oleadas se vuelven la mar.
Es la cuerda que simula.
El mar regresa sobre los hombres,
Los campos enredan a los niños, ladrillos
Son maleza y todas las moscas son atrapadas,
Sin alas y marchitas, pero aún vivas.
La disonancia solo aumenta.
Más al interior del oscuro vientre
Del tiempo, el tiempo crece sobre la roca.
XII
Tom-tom, c’est moi. La guitarra azul
Y yo somos uno. La orquesta
Llena el alto salón de hombres que tropiezan
Altos como la sala. El ruido orbitante
De la multitud disminuye, todo ya dicho,
Hacia su respiración que se tiende insomne de noche
Conozco ese tímido aliento. ¿Dónde he de
Comenzar y acabar? ¿y dónde,
Mientras rasgo las cuerdas, he de recoger
Aquello que se declara con solemnidad
No ser yo y, sin embargo,
Debe serlo. No puede ser algo más.
XIII
Las pálidas interrupciones hacia el azul
Corrompen la palidez… ay de mí,
Azules botones de sombrías flores. Confórmate-
Expansiones, difusiones- confórmate con ser
El embeleso pulcro del imbécil,
El heráldico centro del universo
Del azul, azul pulido con cien barbas,
El Adjetivo amoroso inflamado.
XIV
Primero un rayo de luz, después otro más, luego
Un millar radiantes en el cielo.
Cada uno es astro y órbita a la vez; y el día
Es el esplendor de sus atmósferas.
El mar cuelga sus rotos matices.
Las riberas son arropados bancos de neblina.
Se dice una lámpara alemana-
Una luz basta para iluminar la tierra.
La hace aclarar. Al mediodía aún
Ella resplandece en esencial oscuridad.
De noche, alumbra la fruta y el vino,
El libro y el pan, las cosas como son,
En el claroscuro donde
Uno se sienta y toca la guitarra azul.
XV
Esta pintura de Picasso, esta “pila
De destrucciones” ¿es una pintura de nosotros,
Ahora, una imagen de nuestra sociedad?
¿Tomo asiento, deforme, un mero huevo
Alcanzando la despedida en luna de cosechas
Sin haber visto la cosecha, ni la luna?
Las cosas como son fueron destruidas.
¿lo fui yo? ¿soy un hombre que ha muerto
En una mesa donde la comida está fría?
¿es mi pensar un recuerdo sin vida?
¿Es la mancha en el piso, allí, de vino o sangre
Y lo que fuera, es mía?
XVI
La tierra no es tierra, sino una piedra,
No es la madre que contuvo hombres caídos
Sino piedra y como piedra, no: no
La madre, sino un opresor y como
Un opresor que les envidiara su muerte,
Como envidia la vida que ellos viven.
Vivir en guerra, vivir en la guerra,
Rebanar el ceñudo salterio,
Mejorar los desagües de Jerusalén,
Electrificar las aureolas-
Coloquen miel en los altares y mueran,
Amantes que son amargos de corazón.
XVII
La persona posee un molde, pero no
Su animal. Los angelicales
Hablan del alma, de la mente. Es
Un animal. La guitarra azul-
Adonde sus uñas sostiene, sus colmillos
Articulan días desiertos.
¿La guitarra azul, un molde? ¿esa cáscara?
Bueno, después de todo, el viento norte sopla
Un cuerno, en el cual su triunfo
Es una lombriz componiendo en una brizna.
XVIII
Un sueño (por llamarlo un sueño) en el que
Yo puedo creer, de frente al objeto,
Un sueño ya no más un sueño, un algo,
De cosas como son, como la guitarra azul
Luego de mucho rasguearla en ciertas noches
Toca los sentidos, no de la mano,
Sino de los propios sentidos mientras tocan
El brillo del viento. O cuando llega el día,
Como luz reflejada en un peñasco,
Que se alza desde un mar que fue.
XIX
Si puedo reducir el monstruo a
Mi, y luego puedo ser yo mismo
Frente al monstruo, ser más que parte
De él, más que el monstruoso músico de
Uno de sus monstruosos laúdes, no estar
Solo, sino reducir el monstruo y ser,
Dos cosas, las dos juntas como una,
Y tocar del monstruo y de mi mismo,
O mejor no de mi mismo en absoluto,
Sino de ello como a su inteligencia,
Siendo el León en el laúd
Antes que el León confinado en la piedra.
XX
¿Qué hay en la vida más que ideas propias,
Buen aire, buen amigo, qué hay en la vida?
¿Acaso ideas en que creo?
Buen aire, mi único amigo, creer
Creer sería un hermano pleno
De amor, creer sería un amigo,
Más amigable que mi único amigo,
Buen aire. Pobre pálida, pobre pálida guitarra…
XXI
Un sustituto para todos los dioses:
Este sí mismo, no ese dorado ser en alto,
Solo, la sombra de uno exagerada,
Señor del cuerpo, mirando hacia abajo,
Como ahora y nombrado altísimo
La sombra de Chocorua
En un cielo más vasto, elevado,
Solo, señor de la tierra y señor
De los hombres sobre la tierra, noble señor.
El sí mismo de uno y las montañas de su tierra,
Sin sombras, sin esplendor,
La carne, el hueso, el barro, la piedra.
XXII
La poesía es el asunto del poema,
Desde esto se emana el poema y
A esto regresa. Entre los dos,
Entre emanación y regreso, hay
Una ausencia en la realidad,
Las cosas como son. O así llamadas.
Pero ¿están ellas separadas? ¿Es
Una ausencia para el poema lo que alcanza
Allí sus reales manifestaciones, verde de sol,
Rojo de nube, tierra que siente, cielo que piensa?
De ellos obtiene; quizás da
En correspondencia universal.
XXIII
Algunos arreglos finales, como un dueto
Con el sepulturero: una voz en las nubes,
Otra sobre la tierra, la una voz
De éter, la otra con olor a trago,
La voz de éter predominante, el bulto
De la canción del sepulturero en la nieve
Apostrofando las coronas, la voz
En las nubes serena y decisiva, cerca
El aliento refunfuñado, sereno y decisivo,
Lo imaginado y lo real, pensamiento
Y verdad, Dichtung und Wahrheit, toda
Confusión resuelta, como un estribillo
Que uno sigue tocando año a año,
Interesada en la naturaleza de las cosas como son.
XXIV
Un poema como un misal hallado
En el lodo, un misal para aquél mozo,
Ese estudiante ávido por aquél libro,
El mismísimo libro, o, al menos, una hoja
O, por lo menos, una frase, esa frase,
Un halcón de vida, esa frase latina:
Saber: un misal para la visión anidada.
Toparse aquél ojo de halcón y vacilar
No ante el ojo sino ante la dicha de ello.
Toco. Solamente esto es lo que pienso.
XXV
Soportó el mundo en su nariz
Y así hizo una mueca.
Sus mantos y símbolos, ai-yi-yi-
Y así volteó el asunto.
Sombríos como abetos, líquidos gatos
Se movían por el pasto en silencio.
Ellos no sabían que el pasto los rodeaba.
Los gatos parieron gatos y el pasto se volvió gris
Y el mundo concibió mundos, aí, así:
El pasto se puso verde y el pasto se volvió gris.
Y la nariz es inmutable, así.
Las cosas como eran, las cosas como son,
Las cosas como serán pronto…
Un grueso pulgar arranca ai-yi-yi.
XXVI
El mundo se bañaba en su imaginación,
El mundo era una costa, ya sonido o forma
O luz, el vestigio de adioses,
Roca, los ecos de una despedida,
Hacia los que volvía su imaginación,
Desde donde aceleraba, una barra en el espacio,
Arena colmaba las nubes, gigante que luchó
Contra el alfabeto cruel:
La multitud de juicios, el enjambre de sueños
De inaccesible Utopía.
Una música montuosa siempre parecía
Caer y desvanecerse.
XXVII
Es la mar que nieva los tejados.
La mar se mueve por el aire de invierno.
Es la mar que origina los vientos del norte.
La mar está en la nieve que cae.
Esta sombra es la oscuridad de la mar.
Geógrafos y Filósofos,
Pongan atención. Excepto por esa copa salada,
Excepto por los dientes de hielo en el tejado-
La mar es una forma de burla.
La ocultación de los glaciares satiriza
Al demonio que no puede ser él mismo,
Que viaja para salirse de la escena mutable.
XXVIII
Soy originario de este mundo
Y en él pienso como un nativo piensa,
“Gesu”, no originario de una mente
Pensaba lo que llamo mis pensamientos,
Nativo, un originario de este mundo
Y como ser natural que piensa en él.
No podría ser una mente, la ola
Donde flotan húmedos pastos
Y, con todo, están quietos como fotografías,
El viento donde hojas muertas soplan.
Aquí inhalo una profunda fuerza
Y según yo soy, hablo y me muevo
Y las cosas son como pienso que son
Y las digo como son en la guitarra azul.
XXIX
En la catedral, me sentaba ahí y leía,
Solo, una revistilla y dije,
“Estas degustaciones en las cúpulas
Oponen el pasado y la ceremonia,
Lo que existe fuera de la catedral, exterior,
Se equilibra con cantiga nupcial.
Así es sentarse y equilibrar las cosas
Para y hasta y al punto de quietud,
Afirmar que una máscara es semejante,
Decir que otra es similar
Saber que el equilibrio no descansa del todo,
Que la máscara es extraña, aunque semejante”
Las formas son erróneas y los sonidos falsos.
Las campanas son bramido de toros.
Pero el Vestido Franciscano nunca fue
Tan él mismo como en este fecundo vitral.
XXX
Desde aquí desplegaré un hombre.
Esta es su esencia: la vieja marioneta
Colgando su manta sobre el viento,
Como una cosa en el teatro, resoplada,
Sus contoneos educados por siglos.
Al final, a pesar de sus modales, su ojo
Un gallo en el travesaño sobre una vara
Sosteniendo cables cargados, arrojó
A través de Oxidia, suburbio banal,
La mitad de todas sus cuentas pagadas.
Sutil rocío tramposo, deslumbrando
Desde encostradas pilas sobre máquinas.
Ecce, Oxidia es la semilla
Desprendida de su vaina ambarina,
Oxidia es el hollín del fuego,
Oxidia es Olimpia.
XXXI
Cuán largo y tarde duerme el faisán…
Señor y empleado compiten,
Combaten, componen su raro asunto.
El espumante sol va a ebullirse,
Brillo de primavera y chillido de gallo.
El señor y el empleado escucharán
Y su asunto continuarán. El chillido
Apretará la espesura. No hay lugar,
Aquí, para la alondra firme en la mente,
En el museo del cielo. El gallo
Va a agarrar sueño. El día no es sol,
Es esta postura de los nervios,
Como si un embotado músico cogiera
Los matices de la guitarra azul.
Tiene que ser esta obra o ninguna,
La composición de cosas tal como son.
XXXII
Arroja lejos las luces, las definiciones,
Y habla lo que ves en la oscuridad
De que es esto o de que es aquello,
Pero no uses los nombres corruptos.
¿Cómo deberías caminar en ese espacio y saber
Nada del delirio del espacio,
Nada de sus graciosas producciones?
Arroja lejos las luces. Nada debe interponerse
Entre ti y las formas que tomas
Cuando la costra de formas ha sido destruida.
¿Tú como eres? Tú eres tú.
La guitarra azul te sobrecoge.
XXXIII
El sueño de esa generación, embrutecido
En el barro, en la luz mugrienta de día lunes,
Eso es, el único sueño que conocían,
El tajo final del tiempo, no el tiempo
Por venir, disputa de dos sueños,
Aquí está el pan del tiempo por venir,
Aquí está su efectiva roca, el pan
Será nuestro pan, la roca será
Nuestro lecho y en la noche dormiremos.
En el día nos olvidaremos, a no ser por
Los momentos cuando elegimos tocar
El pino imaginado, el ave imaginada.
La versión sobre la que se trabajó fundamentalmente es la traducida por Miguel Angel Flores, en la edición citada al comienzo. Luego se retroalimentó con una versión online del centro virtual Enrique Eskenazi ubicada en esta URL: http://homepage.mac.com/eeskenazi/guitarra.htm
El proyecto lleva 2 años de inconstante gestación y se buscó con él fundamentalmente nutrir los versos de un ritmo que espero que haya logrado una acertada tonalidad. Lograr reflejar la profundidad de las imágenes de Wallace Stevens, también fue un preciado fin en los textos, ya que de las versiones mencionadas, a mi juicio, abundaba la traducción literal, más débil en sentido poético.
Espero poder enriquecerme con los comentarios que aquí publiquen. Me pongo a prueba.
Hay una negrita que no me conforma, dejo abierto a sugerencias (El verso en inglés es: do i sit, deformed, a naked egg).
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